MADRID.- ( AGENCIALAVOZ.COM ) El cáncer de ovario de células granulosas representa sólo una minoría, apenas un 5%, de todos los tumores ováricos que se diagnostican en el mundo. Sin embargo, conocer las alteraciones genéticas que se esconden detrás de su aparición puede tener importantes implicaciones para las mujeres que lo sufren.
Un estudio internacional publicado en la revista 'The New England Journal of Medicine' aporta algunas pistas.
A diferencia de la mayoría de los tumores del ovario, que se originan en las células epiteliales que recubren este órgano, el cáncer de tipo granuloso tiene lugar en las células estromales. Éstas, no sólo componen el tejido conectivo que da consistencia al órgano sino que son además las encargadas de producir las hormonas femeninas. Para las mujeres que lo sufren, el efecto de la quimioterapia es muy limitado y apenas existen posibilidades terapéuticas más allá de la cirugía.
Un equipo internacional de investigadores, liderados desde la Universidad British Columbia, en Canadá, seleccionó a cuatro pacientes con esta enfermedad para analizar al detalle el ARN de sus tumores. "Ha sido necesaria esta colaboración para reunir un número suficiente de casos", explica a elmundo.es Mercedes Jiménez-Liñán, una de las patólogas españolas firmantes del trabajo, actualmente en el Cancer Research británico.
A partir de estas muestras trataron de identificar algunas modificaciones genéticas de interés que estuviesen presentes en al menos tres de las cuatro mujeres; pero que no se hubiesen identificado con anterioridad en otro tipo de tumores de ovario (epiteliales), ni en los genomas humanos conocidos, ni en otras bases de datos de polimorfismos (las variaciones genéticas más pequeñas conocidas hasta ahora).
"El estudio es una muestra de cómo la tecnología ha mejorado para permitirnos estudiar el genoma de los tumores con unos costes más baratos", explica por su parte José Antonio López Guerrero, jefe de la sección de Biología Molecular del Instituto Valenciano de Oncología (IVO). En este caso, aclara, en lugar de analizar todo el ADN tumoral, se centraron en el ARN, es decir, en los genes que se están expresando.
A diferencia de la mayoría de los tumores del ovario, que se originan en las células epiteliales que recubren este órgano, el cáncer de tipo granuloso tiene lugar en las células estromales. Éstas, no sólo componen el tejido conectivo que da consistencia al órgano sino que son además las encargadas de producir las hormonas femeninas. Para las mujeres que lo sufren, el efecto de la quimioterapia es muy limitado y apenas existen posibilidades terapéuticas más allá de la cirugía.
Un equipo internacional de investigadores, liderados desde la Universidad British Columbia, en Canadá, seleccionó a cuatro pacientes con esta enfermedad para analizar al detalle el ARN de sus tumores. "Ha sido necesaria esta colaboración para reunir un número suficiente de casos", explica a elmundo.es Mercedes Jiménez-Liñán, una de las patólogas españolas firmantes del trabajo, actualmente en el Cancer Research británico.
A partir de estas muestras trataron de identificar algunas modificaciones genéticas de interés que estuviesen presentes en al menos tres de las cuatro mujeres; pero que no se hubiesen identificado con anterioridad en otro tipo de tumores de ovario (epiteliales), ni en los genomas humanos conocidos, ni en otras bases de datos de polimorfismos (las variaciones genéticas más pequeñas conocidas hasta ahora).
"El estudio es una muestra de cómo la tecnología ha mejorado para permitirnos estudiar el genoma de los tumores con unos costes más baratos", explica por su parte José Antonio López Guerrero, jefe de la sección de Biología Molecular del Instituto Valenciano de Oncología (IVO). En este caso, aclara, en lugar de analizar todo el ADN tumoral, se centraron en el ARN, es decir, en los genes que se están expresando.
Mejor diagnóstico y tratamiento
Una vez que tuvieron sus mutaciones 'candidatas' a esta pequeña escala, verificaron sus descubrimientos en una muestra más amplia de mujeres (unos 60 casos). La misma alteración estaba presente en 86 de las 89 muestras de cáncer de ovario de tipo granuloso, mientras que no se localizó en otras más de 370 muestras de otros tipos de cáncer de ovario y mama que fueron estudiadas.
Sus conclusiones detectaron un sólo 'error' (considerado un candidato importante por los investigadores) en los tres mil millones de pares de bases de nucleótidos que componen el material genético de un tumor. Una mutación que se encuentra localizada en el gen FOXL2, que juega un papel importante durante el desarrollo de los ovarios y que lo convierte en un potencial 'causante' de este cáncer, cuyo origen era desconocido hasta la fecha.
"Mientras otros tumores, como el de mama o colon, tienen mutaciones en varios oncogenes, descubrir esta alteración tan específica de este tumor puede ser importante a nivel práctico, tanto para el diagnóstico como para futuros tratamientos", explica Jiménez-Liñán. De hecho, explica, este cáncer a veces no resulta fácil de diagnosticar y puede confundirse con otros tumores del ovario.
Como ratifica López Guerrero, que esta mutación sea tan frecuente en estos tumores indica claramente que es uno de los primeros errores moleculares en su aparición; "aunque seguramente sean necesarias otras alteraciones que aún no conocemos".
"Teniendo en cuenta el papel de este gen [FOXL2] en el desarrollo de las células granulosas normales, es razonable concluir que una expresión aberrante de este elemento pueda contribuir a la aparición del cáncer", concluyen en un editorial en la misma revista los investigadores australianos Jay Shendure y Colin Stewart.