MADRID.- ( AGENCIALAVOZ.COM ) Tienen una media de edad de 38 años y siete años de historia de enfermedad. Las personas con esquizofrenia del mundo comparten algo más que su patología psiquiátrica. Su forma de interactuar socialmente, el uso de medicación psicotrópica, los efectos secundarios que se derivan de ella o la atención sanitaria que reciben es muy similar en España, Puerto Rico, Egipto, Rumanía, Taiwán o Arabia Saudí.
Así al menos lo acaba de poner de manifiesto un gran estudio, denominado W-SOHO (Trabajo mundial sobre la salud de los esquizofrénicos no ingresados) que ha evaluado, por primera vez, cómo es y cómo se trata la población esquizofrénica ambulatoria de 37 países de cuatro continentes.
Sus datos revelan que sólo un 19% de los enfermos tiene un trabajo remunerado y hasta un 69% vive con sus padres. En cuanto a la medicación, señala que el 10% de los participantes acababa de recibir los antipsicóticos por primera vez. "Asimismo se constata que un 2% consume más de un antipsicótico y un 74% toma, además, otros fármacos, lo que evidencia que el manejo de estos enfermos no es sencillo", reza el trabajo.
Josep María Haro Abad, de la Fundación Sant Joan de Déu (Barcelona), investigador principal de uno de los 26 grupos del CIBERSAM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental) y coautor del trabajo destaca que "la mayoría de los estudios que se habían realizado sobre esta enfermedad había sido elaborados con pacientes estadounidenses. Sin embargo, el W-SOHO se ha llevado a cabo durante tres años y ha contado con 17.000 enfermos de casi todo el planeta.Este trabajo nos permitirá profundizar en el conocimiento de las diferencias del curso de la enfermedad en países con ámbitos culturales, genéticos y sanitarios distintos".
2.000 españoles
Publicado en 'The International Journal of Clinical Practice", ha contado con enfermos de 10 países europeos así como 27 de Asia, Latinoamérica y África. En él se han comparado los aspectos económicos, sociales y culturales relacionados con el tratamiento, según el lugar de residencia. "España ha aportado 2.000 enfermos a la investigación y gracias a esta participación hemos podido publicar otros trabajos en distintas revistas científicas", insiste el doctor Haro.
"Existe un acuerdo general en la necesidad de un tratamiento farmacológico en estos pacientes. Aunque no es suficiente por sí solo, está logrando un cambio muy significativo en el curso de la enfermedad y en la integración social de los pacientes", determina el investigador del CIBERSAM. Una integración que es "mayor en los países con más desarrollo de los servicios sociales de apoyo a los enfermos", putualiza.
Disfunción sexual
En cuanto a los efectos secundarios del tratamiento, los resultados señalan que hasta un 62% de los particioantes presentaba síntomas extrapiramidales (movimientos involuntarios) asociados a la medicación. Este mismo porcentaje de pacientes reconoció al inicio del ensayo haber sufrido disfunción sexual por culpa de la terapia.
Uno de los apartados en los que el trabajo hace especial hincapié es en el riesgo de suicidio de estos enfermos. "Recientes investigaciones han apuntado que estos las personas con esquizofrenia tienen 12 veces más posibilidades de quitarse la vida que la población general... En nuestro estudio hemos encontrado que un 5% reconoció haber intentado suicidarse en los seis meses previos, lo que indica que incluso para estos pacientes relativamente jóvenes, con un grado de patología moderado que están recibiendo tratamiento, el riesgo de suicidio es parte activa de la enfermedad", determinan los autores.
En estos "momentos estamos analizando solamente los intentos de suicidio. Los datos de seguimiento nos permitirán además conocer el riesgo de suicidio consumado, que no es en absoluto menor sino que merece una importante atención", apostilla el científico español.
Así al menos lo acaba de poner de manifiesto un gran estudio, denominado W-SOHO (Trabajo mundial sobre la salud de los esquizofrénicos no ingresados) que ha evaluado, por primera vez, cómo es y cómo se trata la población esquizofrénica ambulatoria de 37 países de cuatro continentes.
Sus datos revelan que sólo un 19% de los enfermos tiene un trabajo remunerado y hasta un 69% vive con sus padres. En cuanto a la medicación, señala que el 10% de los participantes acababa de recibir los antipsicóticos por primera vez. "Asimismo se constata que un 2% consume más de un antipsicótico y un 74% toma, además, otros fármacos, lo que evidencia que el manejo de estos enfermos no es sencillo", reza el trabajo.
Josep María Haro Abad, de la Fundación Sant Joan de Déu (Barcelona), investigador principal de uno de los 26 grupos del CIBERSAM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental) y coautor del trabajo destaca que "la mayoría de los estudios que se habían realizado sobre esta enfermedad había sido elaborados con pacientes estadounidenses. Sin embargo, el W-SOHO se ha llevado a cabo durante tres años y ha contado con 17.000 enfermos de casi todo el planeta.Este trabajo nos permitirá profundizar en el conocimiento de las diferencias del curso de la enfermedad en países con ámbitos culturales, genéticos y sanitarios distintos".
2.000 españoles
Publicado en 'The International Journal of Clinical Practice", ha contado con enfermos de 10 países europeos así como 27 de Asia, Latinoamérica y África. En él se han comparado los aspectos económicos, sociales y culturales relacionados con el tratamiento, según el lugar de residencia. "España ha aportado 2.000 enfermos a la investigación y gracias a esta participación hemos podido publicar otros trabajos en distintas revistas científicas", insiste el doctor Haro.
"Existe un acuerdo general en la necesidad de un tratamiento farmacológico en estos pacientes. Aunque no es suficiente por sí solo, está logrando un cambio muy significativo en el curso de la enfermedad y en la integración social de los pacientes", determina el investigador del CIBERSAM. Una integración que es "mayor en los países con más desarrollo de los servicios sociales de apoyo a los enfermos", putualiza.
Disfunción sexual
En cuanto a los efectos secundarios del tratamiento, los resultados señalan que hasta un 62% de los particioantes presentaba síntomas extrapiramidales (movimientos involuntarios) asociados a la medicación. Este mismo porcentaje de pacientes reconoció al inicio del ensayo haber sufrido disfunción sexual por culpa de la terapia.
Uno de los apartados en los que el trabajo hace especial hincapié es en el riesgo de suicidio de estos enfermos. "Recientes investigaciones han apuntado que estos las personas con esquizofrenia tienen 12 veces más posibilidades de quitarse la vida que la población general... En nuestro estudio hemos encontrado que un 5% reconoció haber intentado suicidarse en los seis meses previos, lo que indica que incluso para estos pacientes relativamente jóvenes, con un grado de patología moderado que están recibiendo tratamiento, el riesgo de suicidio es parte activa de la enfermedad", determinan los autores.
En estos "momentos estamos analizando solamente los intentos de suicidio. Los datos de seguimiento nos permitirán además conocer el riesgo de suicidio consumado, que no es en absoluto menor sino que merece una importante atención", apostilla el científico español.