MADRID.- ( AGENCIALAVOZ.COM ) Poca y mala. Así es la alimentación de muchos niños en los países más pobres. Esta carencia lleva asociados innumerables problemas para la salud de los pequeños; una larga cadena de obstáculos a la que podría unirse también el riesgo de discapacidad.
Un trabajo que se publica esta semana en las páginas de 'The Lancet' sugiere que podría existir una relación significativa entre las deficiencias nutricionales y las posibilidades de que un pequeño sufra algún problema de competencia física o intelectual. También el acceso a la educación podría ser fundamental.
Los autores de este trabajo, dirigidos por Carissa Gottlieb, de la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos) analizaron el caso de casi 200.000 niños de edades comprendidas entre los 2 y los 9 años procedentes de 18 países con dificultades económicas. A través de un cuestionario recomendado por UNICEF, los investigadores midieron la situación de los pequeños -entre otras cuestiones, se evaluaba si tenían dificultades visuales, de audición, de comprensión, etc.-. Además, los científicos también analizaron otras variables, como si los pequeños habían sido amamantados, cuál era su peso o qué tipo de actividades relacionadas con el aprendizaje realizaban.
Problemas añadidos
Los resultados de su investigación mostraron que un 23% de los niños más pequeños (entre 2 y 4 años) presentaba algún tipo de discapacidad. La investigación también puso de manifiesto que algunos factores parecían influir claramente en las posibilidades de estos problemas. Así, aquellos que no habían sido amamantados tenían mayor riesgo de discapacidad. Este riesgo también era mayor en los pequeños que no habían tomado suplementos de vitamina A y entre quienes presentaban un peso menor.
El acceso a la educación también parecía clave. De este modo, los niños que accedían a tareas de aprendizaje frecuentemente presentaban un riesgo menor de problemas.
En sus conclusiones, los autores de este trabajo reconocen que las características de su investigación no permiten establecer una relación causal entre los factores identificados y el riesgo de discapacidad. Sin embargo, subrayan que sus hallazgos dan la voz de alarma sobre un problema importante, por lo que reclaman nuevas investigaciones al respecto.
"Nuestros resultados advierten del gran número de niños con alto riesgo de discapacidad en países pobres y en vías de desarrollo. Además, señala la necesidad de recursos y políticas que mejoren el acceso a diagnósticos y tratamientos", comentan los investigadores.
En un comentario que acompaña a este trabajo en la revista médica, Jean-François Trani, del University College de Londres (Reino Unido) remarca la necesidad de evaluar el alcance de la discapacidad infantil en los países más desfavorecidos y demanda esfuerzos coordinados para obtener herramientas que permitan obtener esa visión global.
Un trabajo que se publica esta semana en las páginas de 'The Lancet' sugiere que podría existir una relación significativa entre las deficiencias nutricionales y las posibilidades de que un pequeño sufra algún problema de competencia física o intelectual. También el acceso a la educación podría ser fundamental.
Los autores de este trabajo, dirigidos por Carissa Gottlieb, de la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos) analizaron el caso de casi 200.000 niños de edades comprendidas entre los 2 y los 9 años procedentes de 18 países con dificultades económicas. A través de un cuestionario recomendado por UNICEF, los investigadores midieron la situación de los pequeños -entre otras cuestiones, se evaluaba si tenían dificultades visuales, de audición, de comprensión, etc.-. Además, los científicos también analizaron otras variables, como si los pequeños habían sido amamantados, cuál era su peso o qué tipo de actividades relacionadas con el aprendizaje realizaban.
Problemas añadidos
Los resultados de su investigación mostraron que un 23% de los niños más pequeños (entre 2 y 4 años) presentaba algún tipo de discapacidad. La investigación también puso de manifiesto que algunos factores parecían influir claramente en las posibilidades de estos problemas. Así, aquellos que no habían sido amamantados tenían mayor riesgo de discapacidad. Este riesgo también era mayor en los pequeños que no habían tomado suplementos de vitamina A y entre quienes presentaban un peso menor.
El acceso a la educación también parecía clave. De este modo, los niños que accedían a tareas de aprendizaje frecuentemente presentaban un riesgo menor de problemas.
En sus conclusiones, los autores de este trabajo reconocen que las características de su investigación no permiten establecer una relación causal entre los factores identificados y el riesgo de discapacidad. Sin embargo, subrayan que sus hallazgos dan la voz de alarma sobre un problema importante, por lo que reclaman nuevas investigaciones al respecto.
"Nuestros resultados advierten del gran número de niños con alto riesgo de discapacidad en países pobres y en vías de desarrollo. Además, señala la necesidad de recursos y políticas que mejoren el acceso a diagnósticos y tratamientos", comentan los investigadores.
En un comentario que acompaña a este trabajo en la revista médica, Jean-François Trani, del University College de Londres (Reino Unido) remarca la necesidad de evaluar el alcance de la discapacidad infantil en los países más desfavorecidos y demanda esfuerzos coordinados para obtener herramientas que permitan obtener esa visión global.