Haití afronta su recuperación mirando al cielo

martes, 9 de marzo de 2010


MADRID.- Como si fuese una réplica indirecta del temblor, el seísmo de Chile ha tenido la capacidad de arrancar de las portadas de los periódicos el terremoto de Haití. Pero en el país centroamericano la situación está lejos de normalizarse.


Varios artículos especiales publicados en el último número de la revista 'The New England Journal of Medicine' repasan cómo fue la atención en el primer momento y cómo atender a partir de ahora a los miles de heridos, amputados y supervivientes.

Según explica en uno de dichos análisis Daniel Kelly, del Baylor College de Houston (EEUU), más de un mes después del temblor de tierra, se calcula que entre 6.000 y 8.000 personas han quedado amputadas a consecuencia de los daños. Pero el problema, advierte, es que nadie ha pensado qué va a ser de ellos en el futuro.

Teniendo en cuenta su experiencia como cirujano ortopédico en Sierra Leona, Kelly teme que al no existir un conflicto bélico de por medio como ocurrió en el país africano la comunidad internacional no ponga el mismo empeño en atender las secuelas de esta población, que necesitará prótesis, rehabilitación, reintervenciones quirúrgicas, atención psicológica... "Algunos médicos veteranos han señalado que el terremoto causó lesiones traumatológicas como en ningún otro desastre conocido", señala en otro de los textos por su parte Tracy Kidder, de la ONG 'Partners in health'.

Como explica Marta Isola, responsable médico de la célula de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF), la situación entre Chile y Haití está lejos de poder compararse. "La aglomeración de viviendas en algunos barrios de Puerto Príncipe no tiene nada que ver con las estructuras antisísmicas de Chile", señala.

En Haití, al elevado número de heridos hay que sumar la fragilidad del sistema sanitario previo al desastre, el hecho de que gran parte de su personal sanitario local ha muerto víctima del terremoto y la llegada, en pocas semanas, de la temporada de lluvias y huracanes. Como explica Isola, "aún hay un elevado porcentaje de la población viviendo en campos de refugiados, en riesgo de sufrir diarreas por el consumo de aguas residuales y de que empiecen a aparecer epidemias".

Otro de los grupos más vulnerables en el horizonte siguen siendo los niños. Como recuerda en este sentido el artículo de Brett Nelson y sus compañeros de la Universidad de Harvard (EEUU), los menores representaban ya antes del terremoto la mitad de los nueve millones de habitantes del país.

Antes del temblor de tierra que ha costado la vida a unas 300.000 personas, unos 350.000 de estos menores residían en orfanatos, algunos de los cuales (incluso en el caso de las instituciones oficiales) "no cumplen los estándares internacionales de Naciones Unidas (ONU)". Por eso, advierten, la falta de recursos financieros y humanos para proteger a esta vulnerable población deja a las organizaciones de tráfico de personas vía libre para actuar.

"Deben tomarse medidas para reforzar los gobiernos locales y las instituciones dedicadas a la atención a la infancia", recomiendan estos especialistas para garantizar que los posibles procesos de adopción internacional se lleven a cabo con garantías. Y un último tirón de orejas por parte de Kidder: "Con notables excepciones, las 10.000 organizaciones no gubernamentales que estaban trabajando en Haití antes del terremoto lo hacían sin la suficiente coordinación entre ellas". Haití se merece un nuevo comienzo.