MADRID.- ( AGENCIALAVOZ.COM ) Ocupan las portadas de todos los periódicos y las aperturas de los telediarios desde hace un año. Son las noticias sobre la crisis económica, que no dejan de estar en boca de todos. La actual situación financiera desgasta al gobierno, a los ciudadanos y a los empresarios. Y, aunque parece difícil extraer un aspecto positivo de todo esto, un equipo de investigadores de la Universidad de Michigan (EEUU) lo ha hecho.
Según un estudio, de todos los factores sanitarios entre 1920 y 1940, periodo que incluyó la 'Gran Depresión', las épocas de crisis no perjudican más la salud, a diferencia de lo que se creía. De hecho, durante el 'crack de 1929' aumentó la esperanza de vida de hombres y mujeres, blancos y negros.
Esta nueva visión sobre las crisis financieras se basa en un detallado análisis sobre los índices de mortalidad y natalidad, la esperanza de vida y las enfermedades más frecuentes durante dos décadas, justo antes y después de la 'Gran Depresión'. Los resultados, que publica la revista 'Proceedings of the National Academy of Science', muestran que entre 1930 y 1933 -los años que registraron la mayor crisis económica del siglo XX-, la mortalidad descendió en todos los grupos de edad.
De las seis causas responsables de las dos terceras partes del total de fallecimientos en la decada de los 30, tan sólo los suicidios aumentaron durante la mala racha monetaria, mientras que las enfermedades cardiovasculares y renales se estabilizaron entre 1930 y 1932, al igual que la tuberculosis. Sin embargo, estos trastornos alcanzaron su mayor pico de incidencia en 1926, 1928 y 1936, años que se caracterizaron por su crecimiento económico.
"El hecho de que disminuyera la tuberculosis es algo que nos sorprendió bastante y que parece sugerir que las causas sociales a las que se atribuye habitualmente la enfermedad (hacinamiento que facilita el contagio, nutrición deficitaria...) no debieron agravarse especialmente durante los años de la Gran Depresión", indica a elmundo.es Jose A. Tapia Granados, investigador de la Universidad de Michigan (EEUU) y coordinador del trabajo.
En cuanto a la esperanza de vida, el análisis recoge que en 1929, justo al inicio del crack financiero, era de 57,1 años mientras que al concluir el periodo de recesión (1933), la esperanza de vida había aumentado a 63,3 años. Los datos son bastante llamativos en el caso de la población negra, ya que los varones habían perdido ocho años de esperanza de vida y las mujeres 7,4 entre 1921 y 1926 y los recuperaron durante la Gran Depresión.
Más dinero, más alcohol
Aunque se ha debatido mucho sobre los efectos de las crisis económicas en la salud, este trabajo y otros similares que han analizado procesos de recesión-expansión en intervalos históricos más largos y en diversos países "indican, claramente que, en general, la mortalidad, que es el indicador más objetivo (en tono negativo) de salud de la población tiende a evolucionar mejor en las recesiones que en las expansiones. Por lo que es de esperar que en esta crisis la mortalidad general también disminuya", señala Granados.
El hecho de que la mortalidad alcanzara su pico en 1936, justo cuatro años después de que finalizara la recesión económica, en todas las franjas de edad, incluso en niños pequeños, y por todas las causas, desde heridas hasta infartos, podría indicar que es un efecto a largo plazo de la Gran Depresión. Sin embargo, los investigadores tienen otra explicación. "De ninguna manera es una consecuencia desfasada de la coyuntura económica anterior. Lo que ocurre en épocas de expansión es que a corto plazo empeoran muchas conductas que perjudican la salud. Hay datos sobrados de que en estos periodos de bonanza la gente fuma más, bebe más alcohol y come más insano, además de dormir menos, hacer más horas extraordinarias y estar expuesta a condiciones de trabajo más estresantes y ambientes más nocivos, propios de la actividad industrial y de la propia dinámica bursátil".
Asimismo el aumento de los accidentes de tráfico y de los accidentes laborales están claramente relacionados con el incremento de la actividad económica, señala el estudio. A la vista de estos datos, los autores consideran que "por lo que nos dice la experiencia histórica, no parece que esta recesión actual vaya a tener un impacto negativo en la mortalidad de los ciudadanos".
No obstante, José A. Tapia, matiza que en ningún caso su trabajo quiere decir que "el desempleo es bueno para la salud. Ni mucho menos. De hecho, hay muchos datos que muestran que probablemente es lo contrario y que los desempleados están expuestos a más riesgos de enfermedad cardiovascular, depresión y otros trastornos mentales. Pero la idea de que cuando mejora la economía y baja el paro todo va mejor, es incorrecta".
Esta nueva visión sobre las crisis financieras se basa en un detallado análisis sobre los índices de mortalidad y natalidad, la esperanza de vida y las enfermedades más frecuentes durante dos décadas, justo antes y después de la 'Gran Depresión'. Los resultados, que publica la revista 'Proceedings of the National Academy of Science', muestran que entre 1930 y 1933 -los años que registraron la mayor crisis económica del siglo XX-, la mortalidad descendió en todos los grupos de edad.
De las seis causas responsables de las dos terceras partes del total de fallecimientos en la decada de los 30, tan sólo los suicidios aumentaron durante la mala racha monetaria, mientras que las enfermedades cardiovasculares y renales se estabilizaron entre 1930 y 1932, al igual que la tuberculosis. Sin embargo, estos trastornos alcanzaron su mayor pico de incidencia en 1926, 1928 y 1936, años que se caracterizaron por su crecimiento económico.
"El hecho de que disminuyera la tuberculosis es algo que nos sorprendió bastante y que parece sugerir que las causas sociales a las que se atribuye habitualmente la enfermedad (hacinamiento que facilita el contagio, nutrición deficitaria...) no debieron agravarse especialmente durante los años de la Gran Depresión", indica a elmundo.es Jose A. Tapia Granados, investigador de la Universidad de Michigan (EEUU) y coordinador del trabajo.
En cuanto a la esperanza de vida, el análisis recoge que en 1929, justo al inicio del crack financiero, era de 57,1 años mientras que al concluir el periodo de recesión (1933), la esperanza de vida había aumentado a 63,3 años. Los datos son bastante llamativos en el caso de la población negra, ya que los varones habían perdido ocho años de esperanza de vida y las mujeres 7,4 entre 1921 y 1926 y los recuperaron durante la Gran Depresión.
Más dinero, más alcohol
Aunque se ha debatido mucho sobre los efectos de las crisis económicas en la salud, este trabajo y otros similares que han analizado procesos de recesión-expansión en intervalos históricos más largos y en diversos países "indican, claramente que, en general, la mortalidad, que es el indicador más objetivo (en tono negativo) de salud de la población tiende a evolucionar mejor en las recesiones que en las expansiones. Por lo que es de esperar que en esta crisis la mortalidad general también disminuya", señala Granados.
El hecho de que la mortalidad alcanzara su pico en 1936, justo cuatro años después de que finalizara la recesión económica, en todas las franjas de edad, incluso en niños pequeños, y por todas las causas, desde heridas hasta infartos, podría indicar que es un efecto a largo plazo de la Gran Depresión. Sin embargo, los investigadores tienen otra explicación. "De ninguna manera es una consecuencia desfasada de la coyuntura económica anterior. Lo que ocurre en épocas de expansión es que a corto plazo empeoran muchas conductas que perjudican la salud. Hay datos sobrados de que en estos periodos de bonanza la gente fuma más, bebe más alcohol y come más insano, además de dormir menos, hacer más horas extraordinarias y estar expuesta a condiciones de trabajo más estresantes y ambientes más nocivos, propios de la actividad industrial y de la propia dinámica bursátil".
Asimismo el aumento de los accidentes de tráfico y de los accidentes laborales están claramente relacionados con el incremento de la actividad económica, señala el estudio. A la vista de estos datos, los autores consideran que "por lo que nos dice la experiencia histórica, no parece que esta recesión actual vaya a tener un impacto negativo en la mortalidad de los ciudadanos".
No obstante, José A. Tapia, matiza que en ningún caso su trabajo quiere decir que "el desempleo es bueno para la salud. Ni mucho menos. De hecho, hay muchos datos que muestran que probablemente es lo contrario y que los desempleados están expuestos a más riesgos de enfermedad cardiovascular, depresión y otros trastornos mentales. Pero la idea de que cuando mejora la economía y baja el paro todo va mejor, es incorrecta".