MADRID.- ( AGENCIALAVOZ.COM ) En un futuro imaginario, una nueva especialidad médica podría hacerse un hueco en los pasillos de los hospitales: la cardio-oncología. Aunque lo más realista, como apunta un nuevo trabajo publicado en las páginas de la revista 'The Journal of the National Cancer Institute', es pedir a los cardiólogos y a los oncólogos que trabajen juntos para proteger el corazón de los pacientes con cáncer, que sufre importantes secuelas por culpa de algunos de los fármacos oncológicos.
La cardiotoxicidad es uno de los efectos adversos mejor conocidos de algunas quimioterapias (y fármacos específicos contra el cáncer de mama, como Herceptin). Y sin embargo, a pesar de ello, no existen aún guías claras sobre cuál debe ser el seguimiento y vigilancia de los pacientes que pasan por estos tratamientos para evitar posibles complicaciones.
Adriana Albini, al frente del servicio de Investigación del Instituto Multimédica de Milán, ha llevado a cabo una revisión de la literatura médica para tratar de desentrañar qué fármacos son los que provocan más secuelas cardiacas, cómo se puede identificar a los pacientes de mayor riesgo y qué podría hacerse en el futuro en el terreno de la prevención.
Sus palabras en el último JNCI son una llamada de atención para que oncólogos y cardiólogos trabajen juntos, en equipos multidisciplinares capaces de evaluar a los pacientes desde que se les diagnostica el cáncer hasta que abandonan la consulta de oncología y deben empezar su seguimiento.
Un problema creciente
Porque, como ellos mismos indican, con el envejecimiento de la población, el diagnóstico cada vez más precoz de muchos tumores y la larga supervivencia que se consigue hoy en día con los tratamientos, este problema no hará sino aumentar en el futuro.
Como explica el presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Emilio Alba, habría que distinguir entre los pacientes jóvenes o de mediana edad que pueden sufrir problemas de corazón a largo plazo como consecuencia de ciertos fármacos; o los ancianos que ya tienen alguna patología cardiovascular de base cuando se les diagnostica un tumor.
Mientras en el primer grupo es fundamental la prevención "y de ser capaces de montar un sistema de asistencia inteligente para prevenir y detectar a tiempo las complicaciones"; en el caso de pacientes cardiacos, "hay que saber ajustar los tratamientos contra el cáncer para evitar administrarles los fármacos más cardiotóxicos y aquilatar bien el balance entre riesgos y beneficios".
El doctor Alba reconoce que en España aún no está bien interiorizado esa cuestión "y tenemos que conseguir que los pacientes salgan de nuestras consultas [de oncología] conociendo estos riesgos y sabiendo que deben vigilarse". A menudo, añade, un buen control en las consultas de atención primaria puede ser suficiente.
"Los oncólogos de hoy en día deben estar atentos para evitar complicaciones cardiovasculares; mientras que los cardiólogos deben estar preparados para ayudarles a elegir la mejor opción de terapia", concluye Albini. De hecho, coincidiendo con este artículo, otra investigación publicada en las páginas de la revista 'British Medical Journal' alerta de que los niños tratados de un cáncer pueden tener problemas de corazón incluso transcurridos 30 años.
Por eso, ésta debe ser otra población en la que se recomienda una vigilancia estrecha (con revisiones cardiacas cada cinco años), para evitar que el daño cardiaco sea el precio a pagar por sobrevivir al cáncer.