MADRID.- ( AGENCIALAVOZ.COM ) A la hora de combatir los trastornos del espectro autista, una intervención temprana y la implicación activa de los padres en la terapia son dos claves fundamentales para lograr el éxito. En estos dos pilares se apoya un nuevo programa de intervención para tratar este mal que ha logrado mejorar el rendimiento y las capacidades de los niños afectados por este problema, tal y como recoge un artículo publicado en la edición 'on line' de la revista 'Pediatrics'.
El autismo es un desorden que aparece en la niñez temprana y afecta al desarrollo neurológico, lo que suele causar deficiencia intelectual en gran parte de los individuos que lo sufren. Esta enfermedad se caracteriza por los comportamientos estereotipados y repetitivos y la incapacidad en la comunicación y las interacciones sociales.
En EEUU uno de cada 100 niños son diagnosticados de algún tipo de trastorno del espectro autista y la Academia Americana de Pediatría recomienda que se realicen pruebas de detección de autismo a los niños entre 18 y 24 meses.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Washington en Seattle (EEUU) encabezados por Geraldine Dawson, actual directora científica de la organización Autism Speaks, y Sally Rogers, ahora miembro del Instituto MIND (Investigación Médica de Desórdenes del Neurodesarrollo) de la Universidad California-Davis, ha probado la eficacia de un novedoso programa de intervención temprana que sirviera para tratar a niños afectados de autismo a partir de los 12 meses de edad.
Tal y como explican las autoras, la nueva terapia, denominada Modelo de Comienzo Temprano Denver (ESMD, en su acrónimo en inglés), resulta efectiva en los niños aquejados de este trastorno y mejora su cociente intelectual, sus habilidades lingüísticas y su capacidad para llevar a cabo interacciones sociales.
Construir una relación
Esta innovadora metodología, ideada para poder ser utilizada en pequeños a partir de un año de edad, combina el rigor de los métodos de enseñanza del análisis conductual aplicado (ABA, en sus siglas en inglés) con rutinas basadas en el juego y enfocadas a construir una relación con el niño. Anteriores estudios ya habían apuntado a que una intervención temprana puede ser eficaz en pacientes en edad preescolar, pero en el caso de niños tan pequeños las intervenciones están aun en pruebas.
Tal y como explica Dawson, "comenzando la intervención tan pronto como el pequeño es diagnosticado esperamos maximizar el impacto positivo de la misma".
En el estudio participaron 48 niños con edades comprendidas entre los 18 y los 30 meses y diagnosticados de autismo o de trastorno generalizado del desarrollo no especificado, conocido como autismo atípico.
Los pequeños fueron separados en dos grupos. En el primero, recibieron tratamiento dentro de programas comunitarios. Mientras que a los del segundo grupo se les ofreció, en su entorno natural (su casa), terapia ESMD durante 20 horas a la semana por parte de especialistas, combinada con otras cinco horas o más de terapia semanal impartida por los padres. Los progenitores tenían que emplear las estrategias previamente aprendidas durante actividades cotidianas como la comida, el baño y el juego, debiendo elegir, dentro de los objetivos de enseñanza contemplados por el programa, aquellos que consideraban prioritarios.
"Tanto padres como terapeutas dirigieron esta intervención hacia metas individuales para cada niño y colaboraron para mejorar la forma en la que los pequeños respondían socialmente, empleando juguetes y comunicándose", explica Milani Smith, directora asociada del Centro para el Autismo de la Universidad de Washington. "A los padres se les enseñaron estrategias para capturar la atención de sus hijos y fomentar la comunicación. Utilizando estas tácticas a lo largo del día se les ofrecieron a los niños muchas oportunidades de aprender e interaccionar con otros pequeños", continúa.
Capacidades intelectuales y comunicativas
Los dos grupos fueron reevaluados por expertos que desconocían el diagnóstico previo. Tras dos años de terapia se observó que, mientras los niños del grupo tratado con el método ESMD habían mejorado su cociente intelectual en 17,6 puntos, el grupo de comparación solo había aumentado algo más de siete puntos. Además, el grupo de intervención también mejoró más en su lenguaje receptivo (escuchar y entender) y en su lenguaje expresivo. Asimismo, siete de los niños del grupo ESMD mejoraron su diagnóstico, pasando de autismo a trastorno generalizado del desarrollo no especificado. Sólo un niño del otro grupo experimentó esta misma mejoría.
"La implicación paterna y el uso de estas estrategias en casa durante la rutina y las actividades diarias son, probablemente, ingredientes importantes para el éxito de los resultados y del progreso de los niños. El estudio confirma con fuerza los resultados positivos de una intervención temprana y la necesidad de un comienzo lo antes posible", concluye Dawson.