MADRID.- ( AGENCIALAVOZ.COM ) Ustedes van a conocerles con tan sólo leer este artículo, pero ellos, sus protagonistas, han tardado años en saber quiénes son. Algunos siguen 'trabajando' y sufriendo por descubrirlo. La catalana Aroa, de 27 años [en la imagen] y los madrileños Verónica (23), Arantxa (29) y Juanjo (27) viven en un tremendo caos personal que, en más de una ocasión, les empuja a poner en peligro sus vidas.
La culpa de la anarquía que conduce sus vidas la tiene el Trastorno Límite o 'bordeline' de Personalidad (TLP), el más común de los trastornos de personalidad. Se trata de una enfermedad mental muy grave, cuya incidencia está aumentando en España [actualmente afecta a cerca del 2% de la población]. Pese a ello, los recursos para su diagnóstico y tratamiento son muy limitados. De hecho, tan sólo existen ocho unidades públicas especializadas en España [Unidades de Trastorno de la Personalidad]: tres en Madrid y otras tantas en Barcelona, una en Málaga y otra en Zaragoza.
Esta patología de la juventud (suele comenzar en los inicios de la edad adulta) está muy estigmatiza y es tremendamente desconocida, incluso suele confundirse con una adolescencia 'complicada'. Nada más lejos de la realidad. Porque a diferencia de los adolescentes rebeldes, sus afectados crecen dominados por el sentimiento crónico de vacío, por el desequilibrio emocional, por la inestabilidad en las relaciones interpersonales, la ira, la agresividad y por la falta de control de sus impulsos.
Este 'cóctel explosivo', para ellos y para los que les rodean, les conduce a la autolesión constante y a los intentos reiterados de suicidio para lograr así 'sentir algo' o 'aliviar esa nada' que sienten.
Automutilación y suicidio
Entre un 70% y un 80% de los pacientes 'límite' se automutila y uno de cada 10 acaba quitándose la vida. Estas son dos de las razones por las que muchos de los afectados tienen una media de cinco o seis ingresos hospitalarios anuales.
Aroa recuerda cuándo empezó todo y cómo deambuló de consulta en consulta hasta recibir un diagnóstico correcto. "Justo en mi adolescencia. En casa pensaban que mi actitud se debía a mi edad y a que era rebelde, pero con el tiempo las cosas fueron empeorando. Nada me motivaba y dejé los estudios. Empecé a tener conductas autodestructivas, a beber alcohol, tomar drogas y, también, a autolesionarme. Me diagnosticaron depresión, pero la medicación no frenaba mi impulsividad. He dado muchos tumbos hasta que me dijeron lo que realmente me pasaba", comenta esta joven que está en tratamiento desde hace tan sólo cuatro años.
Su salvación llegó de la mano de la ACAI TLP [Asociación Catalana de Ayuda al Trastorno Límite de la Personalidad]. "Mis padres buscaron desesperadamente ayuda para poder tratar mi caso y la desesperanza fue terrible para ellos, hasta que contactaron con esta entidad y se informaron de todo lo necesario para mi diagnóstico y tratamiento. Una vez documentados, me llevaron a un centro especializado privado y en una sola sesión me diagnosticaron TLP".
Al igual que ella, Arantxa y Juanjo han tardado tiempo en conocer la verdadera causa de sus problemas. Ambos, junto con Verónica, siguen actualmente terapia de grupo y tratamiento individualizado en la Unidad de Trastorno Límite de la Personalidad del Hospital Universitario Clínico San Carlos, la primera creada en la Comunidad de Madrid.
Unidades
Su director, José Luis Carrasco, aclara, que "se puso en marcha en 2005. Dispone de salas para las actividades grupales y está integrada por un equipo compuesto por un psiquiatra dos psicólogas clínicas, una terapeuta ocupacional, una enfermera, una auxiliar de enfermería y un administrativo, así como especialistas en formación (MIR). El número de pacientes con TLP que nos llega ha aumentado en los últimos años y un 50% son de fuera de nuestra área asistencial".
Este especialista reconoce que la existencia de unidades como la suya son "absolutamente necesarias para hacer un diagnóstico diferencial. De hecho el TLP se confunde en ocasiones con la hiperactividad, al compartir un alto grado de impulsividad y de disfunciones sociales, así como con otras patologías. A este hecho se añade que sigue siendo poco conocido por la comunidad médica. Se suma además la necesidad de que los pacientes estén en manos de especialistas con claras habilidades en su manejo clínico".
Para fortuna de Verónica, su primer ingreso hospitalario fue en este centro madrileño y esta fue una de las razones por las que su diagnóstico no se hizo esperar. "Supe que algo me pasaba desde pequeña. Mi madre siempre me preguntaba qué sabor de helado quería, nunca sabía qué responder. Tampoco me definía en nada, era incapaz de tomar cualquier decisión por muy insignificante que fuera y mi familia se enfadaba mucho conmigo. Al mismo tiempo, era muy exigente conmigo misma y excesivamente responsable. Hasta que estallé. Abandoné todo, incluido el colegio. Me encerré en mi cuarto y allí me quedé sin salir".
Ya se autolesionaba por aquél entonces y sus brazos son 'testigos' de ello. "Me hacía quemaduras de segundo grado para poder ubicar mi dolor de forma física. Era la única forma de hacer frente a mi sufrimiento. Estás sola con él", relata.
El TLP está presente en un 70-80% de los jóvenes con conductas antisociales, intentos de suicidio, conductas violentas o trastornos por abuso de drogas. Es el caso de Arantxa. "He tomado de todo y también he estado enganchada al sexo", confirma esta paciente.
Noelia Fernández, psicóloga que la atiende en la Unidad del Clínico, aclara que estos pacientes "tienen verdaderas dificultades para regular sus necesidades, por lo cual se encuentran a merced de sus propios impulsos, a los que no saben poner límites. Viven en una permanente inestabilidad emocional. Todo es blanco o negro. Muchos sufren anorexia, como Juanjo, o bulimia. Y todo sin olvidar que son personas inteligentes".
Soluciones
No ayuda tampoco el hecho de que "su falta de identidad les empuje a vivir otras vidas que no son las suyas. Creen que pueden ser todo lo que quiran o, simplemente, adoptan la personalidad del primer personaje que sale en una serie de televisión o en cualquier película".
La cólera crónica y el miedo a ser abandonados definen también la personalidad 'borderline'. Se desconoce la causa última de esta patología, pero al menos sí se sabe que con el paso de los años (entre los 40 y los 45) se produce una mejoría de los síntomas, fundamentalmente los relacionados con la impulsividad. Pero, sobre todo, mejoran gracias al tratamiento adecuado.
Juanjo, Aratnxa, Verónica y a Aroa son el ejemplo. "Tengo mis altibajos y momentos en los que pensé en tirar la toalla, ahora soy una persona nueva. He aprendido a dominar mis emociones, la ira y las frustraciones y me siento bien conmigo misma. La fuerza de voluntad es imprescindible", relata Aroa. El resto también ha mejorado.
La culpa de la anarquía que conduce sus vidas la tiene el Trastorno Límite o 'bordeline' de Personalidad (TLP), el más común de los trastornos de personalidad. Se trata de una enfermedad mental muy grave, cuya incidencia está aumentando en España [actualmente afecta a cerca del 2% de la población]. Pese a ello, los recursos para su diagnóstico y tratamiento son muy limitados. De hecho, tan sólo existen ocho unidades públicas especializadas en España [Unidades de Trastorno de la Personalidad]: tres en Madrid y otras tantas en Barcelona, una en Málaga y otra en Zaragoza.
Esta patología de la juventud (suele comenzar en los inicios de la edad adulta) está muy estigmatiza y es tremendamente desconocida, incluso suele confundirse con una adolescencia 'complicada'. Nada más lejos de la realidad. Porque a diferencia de los adolescentes rebeldes, sus afectados crecen dominados por el sentimiento crónico de vacío, por el desequilibrio emocional, por la inestabilidad en las relaciones interpersonales, la ira, la agresividad y por la falta de control de sus impulsos.
Este 'cóctel explosivo', para ellos y para los que les rodean, les conduce a la autolesión constante y a los intentos reiterados de suicidio para lograr así 'sentir algo' o 'aliviar esa nada' que sienten.
Automutilación y suicidio
Entre un 70% y un 80% de los pacientes 'límite' se automutila y uno de cada 10 acaba quitándose la vida. Estas son dos de las razones por las que muchos de los afectados tienen una media de cinco o seis ingresos hospitalarios anuales.
Aroa recuerda cuándo empezó todo y cómo deambuló de consulta en consulta hasta recibir un diagnóstico correcto. "Justo en mi adolescencia. En casa pensaban que mi actitud se debía a mi edad y a que era rebelde, pero con el tiempo las cosas fueron empeorando. Nada me motivaba y dejé los estudios. Empecé a tener conductas autodestructivas, a beber alcohol, tomar drogas y, también, a autolesionarme. Me diagnosticaron depresión, pero la medicación no frenaba mi impulsividad. He dado muchos tumbos hasta que me dijeron lo que realmente me pasaba", comenta esta joven que está en tratamiento desde hace tan sólo cuatro años.
Su salvación llegó de la mano de la ACAI TLP [Asociación Catalana de Ayuda al Trastorno Límite de la Personalidad]. "Mis padres buscaron desesperadamente ayuda para poder tratar mi caso y la desesperanza fue terrible para ellos, hasta que contactaron con esta entidad y se informaron de todo lo necesario para mi diagnóstico y tratamiento. Una vez documentados, me llevaron a un centro especializado privado y en una sola sesión me diagnosticaron TLP".
Al igual que ella, Arantxa y Juanjo han tardado tiempo en conocer la verdadera causa de sus problemas. Ambos, junto con Verónica, siguen actualmente terapia de grupo y tratamiento individualizado en la Unidad de Trastorno Límite de la Personalidad del Hospital Universitario Clínico San Carlos, la primera creada en la Comunidad de Madrid.
Unidades
Su director, José Luis Carrasco, aclara, que "se puso en marcha en 2005. Dispone de salas para las actividades grupales y está integrada por un equipo compuesto por un psiquiatra dos psicólogas clínicas, una terapeuta ocupacional, una enfermera, una auxiliar de enfermería y un administrativo, así como especialistas en formación (MIR). El número de pacientes con TLP que nos llega ha aumentado en los últimos años y un 50% son de fuera de nuestra área asistencial".
Este especialista reconoce que la existencia de unidades como la suya son "absolutamente necesarias para hacer un diagnóstico diferencial. De hecho el TLP se confunde en ocasiones con la hiperactividad, al compartir un alto grado de impulsividad y de disfunciones sociales, así como con otras patologías. A este hecho se añade que sigue siendo poco conocido por la comunidad médica. Se suma además la necesidad de que los pacientes estén en manos de especialistas con claras habilidades en su manejo clínico".
Para fortuna de Verónica, su primer ingreso hospitalario fue en este centro madrileño y esta fue una de las razones por las que su diagnóstico no se hizo esperar. "Supe que algo me pasaba desde pequeña. Mi madre siempre me preguntaba qué sabor de helado quería, nunca sabía qué responder. Tampoco me definía en nada, era incapaz de tomar cualquier decisión por muy insignificante que fuera y mi familia se enfadaba mucho conmigo. Al mismo tiempo, era muy exigente conmigo misma y excesivamente responsable. Hasta que estallé. Abandoné todo, incluido el colegio. Me encerré en mi cuarto y allí me quedé sin salir".
Ya se autolesionaba por aquél entonces y sus brazos son 'testigos' de ello. "Me hacía quemaduras de segundo grado para poder ubicar mi dolor de forma física. Era la única forma de hacer frente a mi sufrimiento. Estás sola con él", relata.
El TLP está presente en un 70-80% de los jóvenes con conductas antisociales, intentos de suicidio, conductas violentas o trastornos por abuso de drogas. Es el caso de Arantxa. "He tomado de todo y también he estado enganchada al sexo", confirma esta paciente.
Noelia Fernández, psicóloga que la atiende en la Unidad del Clínico, aclara que estos pacientes "tienen verdaderas dificultades para regular sus necesidades, por lo cual se encuentran a merced de sus propios impulsos, a los que no saben poner límites. Viven en una permanente inestabilidad emocional. Todo es blanco o negro. Muchos sufren anorexia, como Juanjo, o bulimia. Y todo sin olvidar que son personas inteligentes".
Soluciones
No ayuda tampoco el hecho de que "su falta de identidad les empuje a vivir otras vidas que no son las suyas. Creen que pueden ser todo lo que quiran o, simplemente, adoptan la personalidad del primer personaje que sale en una serie de televisión o en cualquier película".
La cólera crónica y el miedo a ser abandonados definen también la personalidad 'borderline'. Se desconoce la causa última de esta patología, pero al menos sí se sabe que con el paso de los años (entre los 40 y los 45) se produce una mejoría de los síntomas, fundamentalmente los relacionados con la impulsividad. Pero, sobre todo, mejoran gracias al tratamiento adecuado.
Juanjo, Aratnxa, Verónica y a Aroa son el ejemplo. "Tengo mis altibajos y momentos en los que pensé en tirar la toalla, ahora soy una persona nueva. He aprendido a dominar mis emociones, la ira y las frustraciones y me siento bien conmigo misma. La fuerza de voluntad es imprescindible", relata Aroa. El resto también ha mejorado.