MADRID.- ( AGENCIALAVOZ.ORG ) La rutina ha podido con las clases de preparación del parto, que se generalizaron en España a lo largo de los años 60 y 70 del pasado siglo. Desde entonces, la atención al nacimiento ha cambiado completamente. Sin embargo, el temario de la educación maternal apenas ha variado.
De ahí que las matronas no se extrañen de los resultados de un estudio publicado en la última edición de la revista 'Nursing Research'. La principal conclusión de la evaluación es que los cursos, tal y como se imparten hoy en día, sirven para poco. Como mucho, contribuyen a reducir los niveles de ansiedad de las mujeres que acuden al hospital para dar a luz, pero ni siquiera este efecto está claro.
La duración y las molestias propias del parto son exactamente iguales en las mujeres que asisten a las sesiones formativas, que incluyen contenido teóricos y prácticos, que en aquellas que no son tan 'aplicadas'.
Una de las directoras de la investigación, Isabel Artieta, matrona del Centro de Salud de Zuazo de Barakaldo (Vizcaya), explica que, tras la introducción de la anestesia epidural, "el parto ha cambiado de manera radical". Las clases de educación maternal estaban pensadas para los tiempos en los que se paría 'con dolor'. "Esos cursos estaban enfocados a mujeres que tenían posibilidades de acción", apunta. Sin embargo, "ahora está toda la atención tan marcada por los protocolos de actuación que queda poco margen de maniobra".
La matrona cree que las sesiones previas al alumbramiento podrían volver a tener sentido si se afianza "la tendencia hacia un parto más natural, en el que la mujer sea más protagonista". En esas condiciones, se podrían preparar distintas opciones formativas, en función de "la información previa de la que disponga la futura madre, si desea que la anestesien pronto, si quiere un parto en casa o más natural...".
El estudio se realizó con la colaboración de más de 100 matronas de Vizcaya, que hicieron un seguimiento de más de 600 mujeres embarazadas que no habían dado a luz previamente (nulíparas). Las gestantes fueron clasificadas en tres grupos: las que no habían asistido a ninguna sesión, las que habían participado en entre una y cuatro clases y las que acudieron en cinco o más ocasiones.
De todas ellas se recogieron los siguientes datos del parto: momento de asistencia al hospital, aplicación de anestesia epidural, duración de los periodos de dilatación y expulsivo, ansiedad de la madre, tipo de parto, lesión perineal, satisfacción con la experiencia y el test de Apgar realizado a los cinco minutos al recién nacido. Esta prueba evalúa la frecuencia cardiaca y respiratoria, el tono muscular, los reflejos y la coloración de la piel del neonato.
La educación maternal no ayudaba a las futuras madres a detectar antes el parto ni éste se acortaba. Las mujeres que habían acudido a una o varias sesiones tampoco pedían que se les administrase anestesia epidural más tarde.
Ansiedad
En realidad, la única variable que se alteraba era la ansiedad. No obstante, Artieta advierte que este resultado hay que tomarlo con mucha cautela, ya que "era independiente del número de clases a las que hubiese asistido la mujer". El efecto era idéntico en aquellas que habían acudido a una única sesión y en las que habían participado en cinco o más. "Tal vez sea porque dar a conocer cómo va a ser el proceso tranquiliza, pero no sabemos muy bien a que se debe", puntualiza la enfermera.
En todo caso, el hecho de que no influya la 'dosis' de clases recibidas lleva a los investigadores a dudar de la existencia de una relación causa-efecto. Es posible que las mujeres más preparadas, que buscan información por su cuenta y acuden al parto más 'calmadas', sean precisamente las que reciben clases de educación maternal al menos una vez.
Pero no todas las féminas 'instruidas' por las matronas experimentaron un menor estrés. "En las inmigrantes ocurrió justamente lo contrario", señala Artieta. Las que participaron en las clases presentaron mayores niveles de ansiedad. La hipótesis de la matrona es que la información que se les proporciona en las clases implica "ponerles en contacto con un parto muy artificial en comparación con cómo es en su país". Por eso, lejos de tranquilizarles, el contenido de los cursos les generaría una cierta aprensión.
Si sólo abordasen el parto, las clases de educación maternal estarían condenadas al fracaso total. Pero también recogen otros aspectos del embarazo y de la atención al recién nacido. Y esas son las vertientes en las que más pueden aportar en la actualidad. De hecho, la investigación liderada por Artieta tiene una segunda parte dedicada a la lactancia materna cuyos resultados aún no han sido publicados. No obstante, la enfermera adelanta que la asistencia a las sesiones formativas sirve para fomentar la alimentación natural.