Singapur, la pesadilla de los fumadores en Asia

jueves, 20 de agosto de 2009


SINGAPUR.- ( AGENCIALAVOZ.COM ) Singapur es el lugar más temido por los fumadores en Asia por sus duras leyes antitabaco y el precio del producto, tan caro que muchos recurren al contrabando y otros hasta se plantean dejar el vicio porque les resulta demasiado oneroso.


La moderna ciudad-estado quiere erradicar los malos humos de todos los espacios públicos del territorio, famoso tanto por su limpieza y pulcritud como por un sinfín de estrictas normas, acompañadas de cuantiosas multas.
Pero las autoridades de la economía más moderna del Sudeste Asiático no se conforman y quieren endurecer todavía más la legislación para reducir su consumo entre los menores de 30 años.
El Departamento de Sanidad singapurés ha abierto este mes una consulta en su página web para que los ciudadanos den su opinión sobre medidas como encarecer las sanciones, prohibir la venta de tabaco en bares y tiendas de 24 horas o reducir los niveles de nicotina para mitigar la adicción.
Singapur aprobó su primera ley contra el tabaquismo en 1970, y desde entonces ha arrinconando cada vez a los fumadores, que ya no pueden encender un pitillo ni en las paradas de autobús.
En 2006, el veto se extendió a todos los lugares públicos cerrados y la mayoría de zonas al aire libre salvo las provistas de cenicero. Tirar una colilla al suelo, sin ir más lejos, acarrea una multa de 500 dólares locales (346 dólares estadounidenses o 245 euros).
Otros países asiáticos como Japón o Tailandia lo han intentado, pero ninguno ha logrado que se cumpla la ley como en Singapur, donde fuma algo menos del 20 por ciento de la población, de 4,6 millones de habitantes.
Consumir tabaco en cualquier sitio sin permiso se castiga con 250 dólares por la primera ofensa, 500 por la segunda y 1.000 por la tercera, y la legislación contempla incluso trabajos comunitarios y una pena máxima de un año de cárcel para los reincidentes.
La mayoría de los singapureses, incluso los fumadores, defiende estas medidas. "Son necesarias para que Singapur pueda seguir siendo tan limpia y cívica", comenta un taxista que se apresura a apagar su pitillo en uno de los ceniceros públicos colocados en casi cada esquina de la impoluta ciudad-estado, única nación del planeta que prohíbe la importación de cualquier producto de tabaco y además lo considera un delito de evasión de impuestos tipificado en el código penal.
Desde el 1 de enero de 2009, el Gobierno estampa no sólo el paquete sino también cada cigarrillo con un sello oficial para distinguirlos y luchar así contra el contrabando. Un pitillo que no lleve debajo del filtro el distintivo "SPDC" (Singapore Duty Paid Cigarette) -incluso si se ha sido comprado en las tiendas "duty-free"- puede ser decomisado por las autoridades, que imponen al infractor una multa mínima de 150 dólares por cada cajetilla ilegal.
Elevados impuestos y fotos de impacto
Hasta el 20 por ciento del tabaco que se consume en Singapur es ilícito, según datos del sector, por el alto precio del legal a raíz de la altísima tasa impositiva gubernamental. Cada paquete está gravado con siete dólares locales, casi el 60 por ciento del valor, con lo cual una cajetilla de Marlboro cuesta unos doce dólares, el doble que en Hong Kong y diez veces más que en Filipinas.
Muchos singapureses y algunos turistas se la juegan para sortear la prohibición y, al llegar al aeropuerto, pasan por el canal verde de aduanas y cruzan los dedos para que los funcionarios no decidan inspeccionar su equipaje.
Si son "pillados" por primera vez, el tabaco es requisado y se marchan con una advertencia, pero si reinciden pagarán la multa correspondiente y se arriesgan a que le nieguen la entrada al país.
Hace un lustro, Singapur también fue pionera en Asia en la colocación en los paquetes de imágenes de enfermedades asociadas al consumo de tabaco para disuadir a los fumadores. Algunas de ellas, como la de un feto muerto en la matriz de una mujer que padece cáncer, son tan explícitas que pueden herir la sensibilidad, según denuncian algunos residentes.
"Lo del bebé es demasiado, uso una pitillera para no tener que verlo", confiesa Barry Goldsworthy, un expatriado inglés que admite haber pensado en dejar de fumar porque cada día se gasta más en tabaco que en comer.