LAS IGLESIAS GRANDES

domingo, 12 de abril de 2009


Por: José Linares Cerón


EE.UU-.( AGENCIALAVOZ.COM ) -. Casi siempre que la Biblia usa la palabra iglesia, es para referirse a una pequeña comunidad de fe. Digamos que se refiere a una asamblea de tres a más personas, que se reúne para alabar a Dios, estudiar juntos el mensaje de sagrada inspiración. Y todo esto se hace para crecer en la santidad del amor, pues Dios es amor, y el fin de toda disciplina cristiana es poder amar como Jesús amó.

Las grandes congregaciones básicamente captan miembros que han nacido a la vida cristiana en comunidades más pequeñas. Es decir, las comunidades que mejor realizan la comisión de nuestro Señor Jesucristo, de hacer discípulos, son las pequeñas, sobre todo si se encuentran en sus primeros cinco o diez años de existencia. Las comunidades cristianas que empiezan, enfatizan en el ir y hacer discípulos de Jesucristo, pero después de algunos años, el énfasis es en el “vengan”, colocando el evangelismo al servicio de la reputación y respetabilidad del pastor. Si la Iglesia crece, el pastor se torna famoso, importante y hasta rico. Si la iglesia no crece, dicen que en ese lugar no está Dios, o que ese pastor es un grandísimo pecador. En América latina son famosas las iglesias multitudinarias. Algunas congregan cerca de cien mil personas cada domingo. Que pasen de mil, hay muchas. En el mundo es famosa una iglesia en Corea donde cada domingo se congregan cerca de un millón de personas. La de Corea es la meca para muchos pastores latinoamericanos, que la visitan por lo menos una vez en la vida, para aprender de su éxito y estrategia. Algunos textos de la Biblia parecen apoyar el ideal de iglesias multitudinarias. Las primeras predicaciones del apóstol Pedro, descritas en el libro de los hechos, fueron tremendamente “exitosas”. La Biblia dice que cuando Pedro después de Pentecostés predicó, “los que recibieron su palabra fueron bautizados, y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”. (Hc.2:41-42)


Pero por logística se puede inferir que todas estas personas sólo podían congregarse en las casas y en grupos pequeños, pues no hubieran encontrado un lugar para reunir tanta gente al mismo tiempo. Los grandes templos se empezaron a construir unos cuatrocientos años después. Pero además la historia de la primera iglesia en Jerusalén no termina en las multitudes victoriosas, ya que luego se desató una persecución donde muchos cristianos murieron. La mayoría fue desplazada por la violencia, y vivieron errantes, perseguidos y anónimos en las provincias del imperio.Cuando el emperador Constantino “se hizo cristiano” a mediados del siglo tercero, la iglesia se convirtió en oficial, poderosa, mayoritaria y consecuentemente perdió su ser la sal y la luz de la tierra. Surgieron los grandes templos y después la famosas e inmensas catedrales góticas. Este fenómeno se conoce como constantinización de la iglesia. Siempre la comunidad apostólica se consideró así mismo manada pequeña (Lc 12:32 En todo lo anterior Dios siempre ha sido claro. Escogió en Abraham, al pueblo de Israel, no por ser un pueblo importante, grande o destacado, pues era “el más insignificante de todos los pueblos” (Dt7:7), sino que lo escogió Dios porque quiso precisamente guardar una promesa (Dt.26:5). Siempre quiso Dios que su pueblo viviera de la promesa y de la fe, y no de la confianza en su propia fuerza. “Los cristianos nos gozamos en debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando somos débiles, entonces somos fuertes” (2Cor12:10), ya que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad humana. Tal vez el evangelio que más destaca esta faceta tan esencial, es el evangelio de san Mateo. “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18:20)

La puerta que conduce al cielo siempre se distingue por ser puerta angosta. “Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; pero angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo hallan.” (Mt. 7:13-14) El mundo actual se guía por encuestas. Los predicadores exitosos están prestos a hablar lo que la gente quiere oír. La oferta y el supermercado religioso son amplios. Aquí está el que ofrece milagros, allá el que ofrece un show, allí está el que te predice el Milagro financiero siempre que oferte más dinero que otros y más allá el que te promete prosperidad. Otros te ofrecen el paquete completo más alguna novedad.En el Perú, la iglesia sufrió persecución y muerte en la época del terrorismo, no solo éramos víctimas de los subversivos, sino aun de las mismas autoridades militares. En lo personal, amigos y compañeros de misiones lo he visto partir, dando su vida por el evangelio. Siendo un joven Pastor exitoso con una congregación floreciente, y teniendo cultos en el auditorio de la fuerza aérea donde asistían solo oficiales del alto mando, aun recuerdo a mi amigo y apóstol de la fe. Así lo llamaba al General de la fuerza aérea. Alberto García. El señor me llamo hacer misiones, en los campos llamados blancos y difíciles. Lleve a mis mejores obreros acompañarme a llevar el amor de Dios y las buenas nuevas en medio del odio. En aquella época de Guerra y terror.


El grupo de que me acompaño durante esos años, solo sobreviviendo tres incluyéndome a mí. Tengo las cicatrices en mi cuerpo, la herirás de bala en mi pierna. Quiero decirle mi amigo lector, que fueron días, donde he sido testigo de las maravillas del Poder de Dios; hemos visto milagros y prodigios en el campo misionero. Dios siempre estaba pendiente de nosotros. A través de estas líneas debo reconocer el trabajo de muchos pastores que dejando sus comodidades, su iglesia para ser misioneros en la época del terror. Volviendo al tema soy testigo de algunas iglesias supuestamente emergentes, que vinieron a pescar en nuestras congregaciones, en muchos casos dividiéndola. Fueron a pescar en peceras y no en el inmenso mar. Muchos ministros de América latina que conocemos como iglesias grandes, crecieron y dividiendo a las congregaciones en crecimiento.En las iglesias pequeñas. Allí todos somos conocidos. Somos
Más iguales. Allí importan las historias que hay detrás de cada rostro. También soy consciente, que la obra del señor en nuestras iglesias, están creciendo maravillosamente en membrecía, para la gloria de Dios. Aconsejo a la nueva generación de pastores a no perder la sencillez que Dios quiere de nosotros. Los títulos, las organizaciones que podemos fundar o representar no nos hace mejor que nadie, nunca olvide que somos siervo. Estamos para servir y no para ser servidos