ESPAÑA-. ( AGENCIALAVOZ.ORG )Los niños que tienen una mayor actividad en las áreas del cerebro del hipocampo anterior y la amígdala, y que puede resultar hereditaria, tienen una mayor predisposición a desarrollar trastornos depresivos y de ansiedad, así como problemas de abuso de drogas, cuando lleguen a la adolescencia y la edad adulta, según ha determinado una investigación de la Universidad de Wisconsin, cuyos resultados han sido publicados en 'Nature'
El director de la investigación y director de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de esta universidad, Ned H. Kalin, ha afirmado que desde hace tiempo "se sabía que los niños con un temperamento ansioso (que habitualmente sufren una timidez extrema, están constantemente preocupados y, además, cuentan con unas necesidades fisiológicas incrementadas ante situaciones de estrés) tiene un mayor riesgo de desarrollar estos trastornos cuando son mayores".
La investigación actual está basada en una anterior, también liderada por Kalin, que determinó que los monos de corta edad con trastornos de ansiedad resultaban similares a los niños con temperamento ansioso, así en el estudio actual los investigadores han examinado el alcance de la influencia de los factores genéticos y ambientales en la actividad cerebral de las regiones relacionadas con la ansiedad y que podrían hacer a los niños más vulnerables.
Así, han realizado el mayor estudio de imágenes de primates, en el que han realizado escáneres cerebrales PET a 238 monos, todos pertenecientes a la misma clase. De este modo, han determinado que los monos de la misma familia mostraron un claro patrón de temperamento ansioso de carácter hereditario.
Igualmente, los que tenía un temperamento ansioso tenían una actividad elevada en el núcleo central de la amígdala y del hipocampo anterior. Además, los investigadores pudieron predecir el grado de ansiedad mediante esta actividad cerebral.
Genética y entorno
Por otro lado, la genética y los factores ambientales afectan a la actividad en estas regiones de diferentes maneras, aportando un entendimiento sobre cómo la naturaleza y la crianza de cada uno puede interactuar en la vulnerabilidad para desarrollar los trastornos psiquiátricos más comunes.
El principal autor del estudio, Jonathan Oler, ha afirmado que esperaban encontrar que todas las regiones involucradas en los trastornos de ansiedad se viesen afectadas por los genes y el entorno, pero lo que han descubierto es que "la actividad en el hipocampo anterior es más posible que sea heredada que la de la amígdala".
"Gracias a este nuevo descubrimiento, se abre el camino a nuevas formas de detectar trastornos de ansiedad en la población infantil", ha señalado una de las participantes en la investigación, Drew Fox.
De este modo, ha afirmado que "se podrán identificar los marcadores de riesgo de una familia mediante la detección de alteraciones en genes concretos que tienen influencia en la función del hipocampo".
Igualmente, el estudio ha sugerido que existe una gran oportunidad para cambiar el entorno de los niños, de modo que se pueda prevenir que desarrollen un cuadro completo de ansiedad. "Cuanto antes se intervenga en los niños, más posibilidades tendrán de ser felices, librándolos de la ansiedad y la depresión", ha asegurado.