El humo ciega tus ojos, pero también los de los demás

lunes, 3 de enero de 2011


Por: Antoni Trilla


ESPAÑA-. ( AGENCIALAVOZ.ORG )En el momento de publicar este blog, la aplicación de la reforma de la ley antitabaco será una realidad en España. Ya no se permite fumar en bares, restaurantes, ni locales de ocio cerrados, ni en los hospitales (en todo el recinto), ni en los centros educativos (salvo áreas abiertas de los campus universitarios). La normativa llega tarde (firmamos ya en 2003 la Convención Marco para el Control del Tabaco); llega algo tocada, pero llega al fin.



Veremos si los ciudadanos fumadores (seguro que con el tiempo sí) se adaptan a la normativa y, por fin, puedo circular por la facultad sin ver algunos (pocos, pero algunos) alumnos, investigadores, profesores y profesionales fumando en el claustro. Y veremos si puedo ir a reponer mis niveles de cafeína en cualquiera de los bares que rodean el hospital sin miedo a salir más despierto pero con conjuntivitis por el humo que 'ciega mis ojos'! (en realidad, la frase debería ser 'el humo entra en mis ojos', según 'The Platters'...).

Yo no soy (ni he sido nunca) fumador. Mi padre falleció hace dos meses por un accidente vascular cerebral, y en su 'haber' estaba el haber sido un gran fumador (de Celtas y Ducados, eso sí, nada de cosas rubias importadas) desde su juventud hasta los 45 años, edad de su primer infarto de miocardio, al que siguieron un par de infartos más y unos cuantos by-pass coronarios. Desde hacía cinco años estaba paralizado de medio cuerpo (hemiplejia) y no podía comunicarse con nosotros (afasia) por un infarto más, esta vez cerebral. Mi madre falleció hace dos años por un cáncer de pulmón. Ella apenas había fumado algún cigarrillo en su vida, pero compartió con mi padre más de 25 años de 'fumadora pasiva'. El tabaco, en mi casa, es desde siempre sinónimo de enfermedad.

Hay más de 1.000 millones de fumadores en el mundo, que exponen a su vez a unos 2.000 millones más de ciudadanos al humo de sus cigarrillos (los denominados fumadores pasivos). La revista 'The Lancet' ha publicado un estudio muy exhaustivo, con datos de 2004, en el que se cuantifica el daño en la salud que esta situación, el fumar pasivamente o 'de segunda mano', supone. Según los autores, un 1% de la mortalidad mundial puede atribuirse al hecho de inhalar pasivamente el humo del tabaco y el 60% de esta carga de enfermedad recae sobre los niños. Las cifras absolutas que proporciona este trabajo son escalofriantes: el humo del tabaco (pasivo) supone la causa de 379.000 muertes por enfermedad coronaria, 165.000 por infecciones respiratorias, 36.900 por asma y 21.400 por cáncer de pulmón. En total, más de 600.000 muertes anuales son atribuibles al hecho de ser fumador pasivo.

La prohibición de fumar en espacios públicos sitúa a España entre los 17 países más avanzados en este sentido. Sin embargo, existe un 'agujero negro' fatal: la mayoría de la exposición pasiva al humo de tabaco se produce en el hogar, y es ahí donde se exponen los niños y muchas mujeres no fumadoras. Un 90% de los padres/madres fumadores fuman en sus casas y un 80% lo hace en la proximidad de sus hijos. La educación de estos es, pues, esencial para proteger a los niños.
Empezamos el año con un 14-20% de fumadores españoles entre los menores de 15 años y un 22-32% de fumadores entre los adultos.

Entre los buenos propósitos de cada año nuevo, mucha gente formula dejar de fumar: ¡Ánimo! No sólo es un excelente propósito para nuestra salud individual, sino para la de toda nuestra familia, en especial para nuestros hijos o nietos. Pueden lograrlo: fumar es claramente perjudicial para su salud, para la de sus familias y para la salud de todos, es decir, para la salud pública.